domingo, 15 de septiembre de 2013

Demasiado sensible para este mundo

Su nombre era Marta.
Diecisiete años de amistad nos unían, pero aun así no terminaba nunca de entender cosas de ella.Y digo "entender" y no "descubrir", porque de su existencia ya sabia, pero no llegaba nunca a entender el sentido de todo eso.
Veréis, ella era como un puzzle. Cada pieza tenia que tener cuatro alrededor para tener sentido. Pero aun así no lograbas entender que dibujo componía.
Ella no era de este mundo. No seguía las regla de este planeta.Y no me refiero solo a las sociales, si no también las morales, éticas y psicológicas.
Se tomaba la vida como venia.No creía en nada después de la muerte y decía que el peor pecado del hombre era el miedo.Y como todo pecado, era rutinario.Decía que el ser humano era digno de desprecio y tenia extrañas teorías sobre la falta de miedo en los ojos de los animales.
Tenia problemas con los hombres. No lograba darse por completo a ninguno. Pero tampoco donar una pequeña parte de si.Quizás fuera por naturaleza, quizás fuera por el padre.Pero aun así hubo una excepción. Un amor profundo que no había llegado a nada. Y como muchas veces pasa con los amores que no llegan a ninguna parte, se quedó hay, en el medio de su mente.Cada parte de ella quiso olvidarle, y ya que no pudo, le pidió que saliera de su vida.
Se tomaba la vida como venia y como tal debíamos tomar ella. Era una de esas pocas personas que en vez de encerrarse en si misma, se encerraba fuera.
Era libre. El hecho de no seguir reglas le permitía esto.
Llamaba "casa" a muchos sitio, pero ninguno lo sentía como tal.Tenia una vida problemática, lo sabia pero le gustaba que fuera así.Un pasado complicado gobernaba sus acciones sin que ella se diera cuenta de ello.
El primer abrazo a un chico lo dio con 16 años. Antes de eso, se sentía amenazada si un hombre la tocaba.
Era complicado verla sin un cigarro entre los largos dedos blancos. Este era su único vicio.
No se gustaba, aunque yo siempre la veía guapísima.Tenia ojos que variaban entre el gris y el verde. La piel blanca contrastaba con el pelo oscuro.
Ella no era de este mundo. Sus ojos no veían lo que todos vemos, su cerebro no le hacia tener lo mismos pensamientos y su corazón no quería lo que todos queremos.
Era y es un ser especial, demasiado sensible para este mundo.

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