sábado, 14 de septiembre de 2013

Gracias a el, ahora mis ojos ven África.

Venia de muy lejos Edem.
Nos conocimos bailando en un Pub, coordinando  movimientos con palabras.
Me contó que con 18 años había entrado en la aviación del ejercito, pero que su sueño venia desde mucho antes. Me dijo que Ghana no es como todos creen. Es diferente que la mayoría de África sumergida por grandes desiertos. Era verde y llena de ríos. La gente era muy hospital y los niños, cuando veían a un soldado lo seguían hasta la base.
El había sido uno de esos niños que veían los soldado montar sobre aéreos rapidísimos y volar en el cielo azul. Juró a su madre que un día iba a ser uno de ellos.
Poco después de cumplir la mayoría de edad viajó hasta USA para perfeccionar lo que había aprendido en su tierra natal. Entró en el ejercito americano poco después.
Me contó que se iba a quedar otras dos semanas y quedamos el viernes siguiente, pero el martes me avisó que su comandante le había ordenado volver ese día. Nos vimos el día antes que se fuera y nos comimos un helado.
Le preocupaba la situación entre Siria, Rusia y USA. Rezaba solo para que fuera un falso alarme, pero no le tranquilizaba el hecho que su comandante lo hubiera llamado con dos semanas de antelación.
Me habló de los elefantes, de los leones y de los conejos. Tenia una teoría "Con todo este desarrollo y riqueza os estáis olvidando que todo acaba antes o después".
Me pidió el permiso de llamarme Della ya que en su lengua natal significaba "creyente" y para el tenia un sentido profundo ya que gracias a creer en si y en algo que rige el universo había logrado llegar donde quería.
No hubo besos, ni caricias, ni historia de amor. Pero gracias a el, ahora mis ojos ven África.

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